Mi primer encuentro musical con la orquesta Maravilla de Florida se remonta a una fecha tan
temprana como en año 1977. Cuba vivía la efervescencia cultural y social del próximo Festival
Mundial de la Juventud y los Estudiantes.
Por aquel entonces era común, que en cualquier espacio disponible se armara una tarima y una
orquesta que ofreciera su música a los vecinos, transeúntes u obreros de una fábrica.
En mi caso muy particular recuerdo, como si estuviera pasando ahora mismo, una tarde en el
parqueo del mercado de 17 y K, en el Vedado, donde tocaba alternar a la orquesta Estrellas Cubanas
y a una agrupación de Camagüey de la que nunca había oído hablar: La Maravilla de Florida. De aquel
concierto recuerdo nítidamente el nombre de un señor que tocaba el violín: Pedro Depestre.
Luego en los años noventa del pasado siglo. Luis Duvalón, en aquel entonces director del Salón
Rosado de la Tropical y el fotógrafo Roberto Bello me presentaron al que entonces fungía como
director de la agrupación: Manolito Simonet. La Maravilla no se parecía a nada que hubiéramos
escuchado en esos tiempos. Estaba a años luz de algunas de sus similares y por momento me
remitió a la era de oro de las charangas newyorkinas. Era un modo de hacer a medio camino entre
la Aragón y la Perfecta que dirigió el pianista Eddy Palmieri. Un bálsamo al oído en el tratamiento
del son cubano de una forma muy particular.
El mes reciente de estos encuentros; el que antecede a estas notas; fue en la ciudad de Camagüey.
Simonet me invitó al evento Sonido camagüeyano y me arrastró con él -literalmente- a un ensayo de
La Maravilla. Mi premio fue una larga charla con su actual director: Norberto Puentes.
No imaginaba que un par de años después tendría en mis manos este fonograma cuyo título no
puede ser más gratificante: Tributo a la Maravilla, gestado por Manolito Simonet y convertido en
realidad por la dedicación y el acertado juicio de BIS MUSIC cuando de música cubana auténtica se
trata.
Sencillo. Han pasado casi setenta y cinco años desde que un grupo de jóvenes de la ciudad de
Florida, en Camagüey, fundara una orquesta charanga a la que nombraron Armonía del 48; tal vez
influenciados por el sonido de formaciones similares como la Melodía del 40, la Ortofónica de Arcaño,
también llamada Maravillas, la Orquesta Aragón y otras tantas que harían esta relación interminable.
Esa misma orquesta, años después cambiarla nuevamente su nombre primero a Jóvenes Estrellas,
después seria Maravillas a secas, y a comienzos de los años sesenta al definitivo Maravilla de Florida.
Honrando la ciudad en que nacieron.
Su historia esta marcada por ser una de las agrupaciones en las que la Impronta de Rafael Lay
y de Richard Egües estuvo presente, tinto que algunos llegaron a llamarle «la Aragón camagüeyana’;
pero nada más certero que afirmar que no eran segundos de nadie, tanto que su modo de hacer los
danzones era -y sigue siendo- tan peculiar que su Interpretación de las «Tres lindas cubanas’ es
una de las mejores versiones de todos los tiempos, de ese tema emblemático de nuestra música; al
extremo que la mismísima orquesta Aragón la asumió en su repertorio.
La Maravilla de Florida, la que es homenajeada en este fonograma es una orquesta inmensa,
madura, asentada en el gusto de diversos públicos y con una de las personalidades más sólidas
de la música cubana hoy -lo mismo ocurre con la Original de Manzanillo-; por lo que a nadie debe
sorprender que Simonet apueste a regresar a sus orígenes desde la discografía y sin mimetismo
retome, para otros públicos, su impronta.
Personalmente soy del criterio que tras este disco -donde hay una clara relación de ganar/ganar
entre el productor y los homenajeado- Simonet habrá crecido tanto espiritual como humanamente.
De hecho, ha pagado una deuda con la hisloria de su ciudad y la suya personal; del mismo modo que
enfrentaremos una lectura de una agrupación que no ha sido justipreciada en su totalidad tanto por la
discografía como por los difusores y el gran público. Tal vez el haber permanecido fieles a su ciudad,
a su gente y a su esencia sea la causa fundamental de que su música no sea más conocida por los
bailadores.
Lo cierto es que Tributo a la Maravilla es una pieza de alfarería musical de altos quilates. Está
despojada de esos vicios musicales que a diario nos imponen las modas.
BIS MUSIC, ha apostado a este fonograma con la misma fe que profesa a cada propuesta de
Simonet; sus ejecutivos saben de su admiración, respeto y voluntad de reverenciar a quienes
le precedieron y de quienes es deudor. Esa línea de pensamiento es el acimut cultural que nos define.
Espero su complicidad para que llegue a buen puerto. De eso se trata.
Emir García Meralla.